Wednesday, January 31, 2007

Caminito, una obra teatral

Un poco de historia

El barrio de La Boca es una zona de tierras bajas e inundaciones fáciles, no es lo más recomendado como sitio habitable. Sin embargo, aún con este conocimiento, no pasó mucho tiempo sin que la ribera congregara en sus márgenes un número cada vez mayor de astilleros, almacenes navales, depósitos de lanas y saladeros: atraídos por la posibilidad de trabajar llegaron inmigrantes griegos, turcos e italianos, entre otros.
Estos inmigrantes de origen muy pobre empezaron a levantar las humildes casillas de zinc y de madera conocidas con el nombre de “conventillos” que dieron a La Boca una fisonomía tan singular y colorida. En su mayoría fueron los genoveses, gente de mar, quienes se radicaron allí y pintaron sus casas de vivos colores. Un bote colgado en la puerta advertía sobre la constante amenaza que representaban las inundaciones.
Con el tiempo la población de este barrio marinero se fue ampliando, los italianos eran más que los nativos y el dialecto genovés predominaba sobre el castellano, haciéndole a los maestros muy difícil impartir sus lecciones. La Boca se convirtió en un pueblo exuberante y bullanguero. Los inmigrantes conservaban intactas las costumbres de su tierra pero establecieron una sociedad fraternal con las primeras instituciones comunitarias de Buenos Aires. Abrieron cantinas –algunas pocas siguen hoy funcionando- donde se podían saborear los platos tradicionales al compás de un alegre tarantella o una nostálgica canzonetta. También supieron editar diarios y revistas, fundar clubes y teatros. El barrio generó poetas, músicos y artistas plásticos, hasta envió al Parlamento al primer diputado socialista de América (Alfredo Palacios).

Y hoy… ¿qué sucede?

Actualmente, en La Boca, la zona conocida como “Caminito” es el lugar turístico por excelencia y se ha convertido en una “vidriera” de paseo y compra para muchos visitantes extranjeros, quienes aprovechan su estadía tomando fotos, aprendiendo algo de la historia del lugar, observando parejas bailando el tango, almorzando o cenando en lugares típicos y apreciando las artesanías y artistas callejeros, entre otras cosas. Sin embargo, no todo parece ser tan armónico en el barrio: “Todo esto es usado por muchos de los dueños de ciertos locales de Caminito para ‘tapar’ el verdadero negocio que circula a la noche. (...). Acá está lleno de extranjeros, pero no son todos empleados como se cree. La mayoría son dueños y sacan mucha plata con este barrio, porque tiene dos entradas de dinero. Una es el local que usan para vender artículos nacionales por ejemplo, o capaz algún que otro barcito de tango, pero donde más ven plata ellos es en el negocio que tiene de noche cuando se van todos los turistas y se cierra todo. Acá hay quioscos que no son quioscos, bares que no son bares...” (Roberto Díaz – comerciante de Caminito).
¿Cuál es el negocio? ¿Prostitución?, ¿comercio de drogas? Este comerciante no se veía muy cómodo a la hora de contarnos los detalles, pero hasta donde nos llegó a contar, los extranjeros se veían muy metidos en la ilegalidad. ¿Es que lo negativo viene de afuera? Evidentemente, hay cierto contraste muy marcado en el barrio. Este comerciante que entrevistamos plantea un manejo bastante grande de dinero por parte de los extranjeros, pero a un par de cuadras de Caminito podríamos afirmar que el barrio de La Boca es habitado en su mayor parte por gente de pocos recursos y en muchos casos de nacionalidad extranjera, como bolivianos, paraguayos, peruanos, que viven en los conventillos, en condiciones de precariedad. Precisamente en la zona de Caminito es donde muchos de estos extranjeros obtienen sus trabajos, en cantinas, puestos de venta y distintos comercios. Esto trae aparejados conflictos con argentinos que viven en la zona, ya que éstos se quejan de que los pocos puestos de trabajos que existen son ocupados por aquellos. “A mí me da mucha bronca, con mi familia tratamos de evitar Caminito como lugar de paseo, muchos de mis familiares no tienen laburo y estos extranjeros vienen acá a ocupar nuestros puestos de trabajo, hacen negocio con nuestro barrio...” - nos decía Estefanía Ojeda, empleada de uno de los locales. Esto nos deja ver que a partir de los negocios que “ocuparon” los extranjeros en el barrio se instaló cierta xenofobia que provoca constantes enfrentamientos entre los dueños de los locales. Es claro, entonces, que el barrio de La Boca se ha convertido en un sitio frío, totalmente lucrativo. “A mí no me gusta el tango, acá tengo que escucharlo todo el día y estoy harta. A mí me gusta el rock nacional y me asquea tener que escuchar tango todo el día por la onda del local...” Nos contaba una empleada que vestía una remera de “Los Ramones”.
Esto nos hace pensar que se montó una especie de escenario en el cual todo parece perfecto, pero por lo contrario, es una serie de elementos unidos por un interés comercial: Caminito es un lugar que aparenta ser absolutamente porteño y sentimental pero en realidad es como cualquier obra teatral lucrativa, en la que sus protagonistas muestran lo que tienen que mostrar para recibir la plata cuando termina.

El tango… ¿En la sangre o en los bolsillos?

La calle Caminito es el lugar más preciado de La Boca. De apenas 100 metros de longitud, con calles de adoquines, murales, cerámicas y distintos adornos, es un paseo peatonal que recrea a los antiguos conventillos pintados de colores vivos y con la ropa tendida en sus ventanas. Parece, por la actitud de los que trabajan en él, que el tango colorea el lugar y corre por la sangre de todos. Pero muy por el contrario hay quienes lo detestan y sólo muestran gusto por este estilo musical para trabajar. Es el caso de Romina Fernández quien trabaja en un local de Caminito atrayendo turistas con la historia que cuenta del tango, pero viste una remera de “Los Ramones”. “…Vivo acá hace 6 ó 7 años. Desde que me mudé tengo que escuchar tango por todos lados y lo detesto […] pero me la tengo que aguantar porque me da laburo. A mí me gusta el rock & roll y todos los días espero que termine el día para llegar a mi casa y escuchar mi música.” “… No es el primer trabajo que tengo acá. Hace poco laburaba en un local que está a una cuadra y antes de eso en otro que está en esa esquina – nos dijo señalando un local que vende cuero- y en todos se escucha nada más que tango […] porque los turistas que vienen quieren ver esa actitud nacionalista que les gusta…”

El tango viste la calle pero sólo algunas horas, porque cuando los locales cierran y los turistas se van todo cambia y el clima es otro. "Todos los locales pasan tango, pero cuando están cerrando empiezan a mezclarlo con cumbia marcha o capaz algo de rock. Hasta que cierran todos locales y no se escucha ni un solo tema de tango…” – nos contó riéndose Luis Viale, trabajador de un local de Caminito.- “… cualquiera se da cuenta que no le gusta a nadie de acá, ponen temas nuevos que están como remixados. Los cantantes viejos ya casi ni se escuchan…”
A pesar de que prefieran otro estilo de música, cuando un turista se acerca cada uno adopta el fanatismo tanguero para contagiárselo, y así por supuesto atraerlo al local en el que trabaja. Esta actuación graciosa, pero a la vez triste nos hace pensar en la esencia de Caminito.
¿La calle del tango? ¿la calle porteña?… ¿o la que supo usar una pasión para hacer dinero?

Martina Bombicini y Bárbara Delgado

0 Comments:

Post a Comment

<< Home